Este libro ha llegado casi por sorpresa, con una rapidez inesperada, gracias a la profesionalidad de los editores de Tigres de Papel. Lo mejor de publicar en editoriales como esta, es sentirse tan arropada y mimada como autora y a la vez sentirse como en familia, gracias a la cercanía de Paco Moral, Cecilia Quílez y Mara Troublant.
También me he llevado una inmensa alegría al ver que mis poemas no caen en saco roto, que al menos a algunos lectores les han llegado al alma. Saber esto devuelve la ilusión por escribir poesía y por compartirla.
Y entre los primeros lectores de mi mapa, tengo que agradecer especialmente al periodista y poeta Manuel de la Fuente la entrevista que me ha hecho para abc.es Cultura, que a continuación os transcribo:
Andrea Aguirre: "El camino compartido es la única salvación, la única esperanza"
La poeta acaba de publicar en Tigres de Papel uno de los libros más hermosos del año, «El mapa de la existencia»
A
veces, muchas veces, los corazones están tan partidos y el alma tan en
parihuelas que esta especie tantas veces abandanoda de la mano de Dios,
necesita «El mapa de la existencia»(Ed. Tigres de Papel), conmovedor libro de Andrea Aguirre,
ésa mujer que ven ahí arriba ayudándonos a todos con su mirada. Este
mapa es más que mapa, es cuaderno de bitácora de náufragos (empezando
por uno mismo y siguiendo por muchos de ustedes), es paraíso perdido, es
tierra prometida, es consuelo y desconsuelo, una muleta para seguir
tirando por este valle de lágrimas, tan jóvenes, hermosos y jodidos como
James Dean en «Al este del Edén».
-Todos sabemos que la vida es dura, ¿pero tanto como para que para vivir necesitemos un mapa?
-Tal vez lo que nos vendría bien sería una brújula si ya supiéramos hacia dónde queremos ir. En realidad, El mapa de la existencia
no es un mapa que guía, sino un mapa que intenta situar al lector en
determinados lugares de un recorrido vital. Debe su título a una
expresión que utiliza el escritor Milan Kundera en su ensayo El arte de la novela,
en el que habla de cómo el narrador crea un mapa de la existencia, y la
define no como realidad sino como un campo de posibilidades. Me pareció
que era interesante aplicarlo a la poesía que, en cierto modo, también
ofrece experiencias que se pueden generalizar, mundos posibles que nos
dan un perfil del ser humano.
-¿Con
qué ha dibujado el mapa, con lápiz de Alpino, con ceras de COU, con el
rotulador de los suspensos, con la pluma de firmar sentencias de muerte,
con la máquina de escribir del pasado o con el móvil del futuro?
-Con todos ellos. En este mapa hay coordenadas de la
infancia, de la adolescencia, de los fracasos, de las despedidas, de la
memoria, de las promesas…
-¿Si seguimos ese mapa a dónde llegamos?
-Cada persona llegará a donde quiera llegar. Este es un
mapa indeterminado que refleja esa sensación de viaje a ninguna parte
que muchas veces nos invade. Al final, el único sentido es el encuentro
con el otro. Ese es el lugar deseable, como camino y como meta.
-Y su poesía, ¿está al norte, al sur, al este o al oeste?
-Soy mitad argentina y mitad española, así que el
hemisferio sur y el hemisferio norte se fusionan y se complementan en
mí. Quizá esto pueda vislumbrarse en mi escritura. En todo caso, los
puntos cardinales básicos en mí poesía son tres: el yo, el tú y el
nosotros.
-Su libro, muchas veces, parece el diario de un náufrago.
-Estoy de acuerdo. Hay un recorrido a lo largo del libro
que intenta reflejar el sentimiento de naufragio vital que es aliviado
cuando se consigue salir de la isla desierta. Aun así, queda siempre un
poso de desolación porque sabemos que, incluso aunque no estemos solos
en esa isla, incluso aunque escapemos a nado o seamos rescatados,
tenemos que asumir que siempre habrá nuevos naufragios. Lo importante es
no ahogarse, tener siempre un salvavidas a mano.
-O de alguien al que han expulsado al este del Edén, como en la película de Elia Kazan y James Dean.
-Sí, es cierto. Podemos enlazar esta idea con la anterior.
Cuando naufragamos y nos vemos atrapados en la isla desierta existe una
sensación de exilio, de expulsión del paraíso. En “Al este del Éden” el
personaje principal es como un Caín frente a su hermano Abel, pero a lo
largo de la historia vemos que este Caín es un ser auténtico y tiene
buen corazón. Es un hombre incomprendido que necesita, como todos, ser
aceptado y amado.
-Usa a menudo una suerte de nosotros (o tú y yo) que resulta verdaderamente hermoso.
-Muchas gracias, intento siempre que en los poemas haya una
cierta estética. También en la oscuridad, en el dolor y en la derrota
puede existir belleza y es trabajo del poeta encontrarla. En este libro
el “nosotros” es fundamental en esa tarea. La vivencia en plural
funciona como entidad salvadora y la esperanza se ofrece precisamente en
esa salvación que otorga el camino compartido, y esta idea me parece
muy hermosa.
-Hasta leerla, yo sí que creía que el amor sí es un asunto de dioses, o al menos de héroes.
-El mapa de la existencia
intenta otorgarle un papel sagrado al amor terrenal y ofrecer una
visión humanizada de la redención. No se trata de restarle valor a la
experiencia mística sino de devolverle al ser humano la posibilidad de
ser dueño de su propio destino. La heroicidad en el amor es atreverse a
amar y a compartir, aun a riesgo de tropezar o de ser dañados, y no solo
me refiero a la pareja sino a todos los tipos de amor.
-A
mí me gusta la lluvia, no sé cómo puedo vivir en este páramo. Pero a la
mayoría de la gente no. ¿Por qué la lluvia siempre sale a relucir
cuando se escribe de amores y desamores?
-Quizá es porque tenemos una doble imagen de la lluvia. Por
un lado, nutre, limpia y perfuma la tierra; pero, por otro, cuando
llueve el cielo se oscurece y la percibimos como algo opuesto a la luz
solar. Hemos heredado de los poetas románticos la pasión por utilizar en
las metáforas elementos de la naturaleza, para bien o para mal, y la
lluvia es tremendamente romántica, en el sentido poético y en el sentido
amoroso. Yo creo que a casi todos nos gusta la lluvia, lo que no nos
gusta a veces es mojarnos.
-«Tendremos
el corazón agrietado de llamarnos a pedradas». A quien se esté
separando en estos momentos no le va a hacer mucha gracia.
-Pues lamentaría mucho causar molestia sin sentido. El
desencuentro siempre es doloroso y la poesía tiene la misión de hurgar
en la herida, pero, en ningún caso, de provocarla. Creo que es buena
señal si un poema o unos versos nos escuecen, dicen que la herida debe
escocer para curarse.
-«No amanece hasta saberme en tu mirada». Precioso, sin ninguna duda. ¿Y qué hacemos los que andamos a ciegas?
-Todos estamos ciegos en algún momento de nuestra vida.
Vernos reflejados en el otro nos ayuda a encontrar nuestra propia
identidad y nuestro propio camino. Reconocernos en los demás nos ayuda a
estar menos ciegos. La verdad es que las personas nos parecemos mucho
más de lo que creemos, al menos en lo esencial, y decía Antoine de
Saint-Exupéry que lo esencial es invisible a los ojos, así que, cuando
no podemos utilizarlos, tendremos que guiarnos por el tacto entonces.
-¿Hasta cuándo tendremos que esperar en esa jodida estación?
-Quizá la clave es abandonarla, dejar de esperar y ponernos
en movimiento. Tenemos que aprender a ser motor y dejar de creer que es
la vida la que nos debe algo, la que nos debe llevar a alguna parte. La
única esperanza para la humanidad es dejar de esperar y ponerse en
acción.
-Yo daría media vida, o la vida entera, por conocer el secreto de los pájaros. ¿Y usted?
-Los pájaros deben de tener muchos secretos, yo solo
conozco uno. Leí en una revista que las aves aprovechan las corrientes
de aire para elevarse, planear y ahorrar energía, y me pareció una buena
lección de vida. Los seres humanos actuamos más como los salmones, que
nadan desde el mar a contracorriente para desovar en lo alto del río y
morir allí, donde nacieron. A lo mejor deberíamos ser más como los
pájaros y aprender a volar aprovechando el viento a favor.
-
Ya puestos. Qué triste es que Madrid se esté quedando sin gorriones.
¿Los han matado o por lo menos han conseguido escapar de esta carnicería
y marcharse al exilio?
-Dicen que se están extinguiendo por múltiples causas,
ojalá no sea así. Tampoco me gusta la idea de que se hayan tenido que
marchar. El exilio puede ser a veces el único refugio, pero no deja de
ser una condena. Echo de menos a los gorriones en Madrid.
Presagio
Mirar las estrellas no es lo mismo
desde que somos tan inmortales.
Perdonaremos a los cielos que oscurecen,
a las piedras que rehúyen los bosques.
Perdonaremos la envidiosa perfección del todo absoluto
y a las formas exactas de la materia.
Perdonaremos, en fin,
aquello a lo que fuimos condenados a ser.
Sabremos sobrevivir a los insectos.
Hay una diáfana senda en nuestra casa vacía.
Todos los éxitos para ti y tu Obra.
ResponderEliminarSaludos ;-)